martes, 18 de junio de 2024

ESPAÑOLEANDO: OTRO PASEÍTO POR ASTURIAS


No se me ocurre mejor plan para un finde que explorar algún nuevo rincón de esta hermosísima tierra que es Asturias.
Llegamos a San Esteban el viernes a mediodía, a la hora de comer, donde dimos cuenta de un buen menú del día que quemamos dando un paseo hasta el espigón, con San juan de la Arena al frente, disfrutando ya del paisaje marinero que tanto echamos de menos en Castilla.
El sábado salimos camino del Parque Natural de Somiedo. Había oído mucho hablar de ese espacio protegido, pero nunca había estado allí.
Hay que cruzar de norte a sur Asturias, siguiendo los desfiladeros de los ríos Nalón, Narcea, Pigüeñas, Somiedo y Saliencia.
El destino eran los lagos del mismo nombre, Saliencia, caminando desde el alto de la Ferrapona que a mí me sonaba de la "vuelta ciclista". No es mucho lo que yo puedo caminar así que sólo llegamos al primer lago.

Son cinco circos glaciares, el que vimos era totalmente cerrado, sin desagüe; en plena primavera la lagunilla azul rodeada de verde y lleno de flores era un espectáculo.
Pero lo más de lo más estaba por llegar. Habíamos visto a la subida varios grupos con miras telescópicas y prismáticos intentando avistar osos, nos habían dicho más abajo, en el bar de Veigas que se los  veía por el km cuatro. Al bajar vimos un grupo de cinco o seis personas muy concentrados oteando la ladera de enfrente y les preguntamos, la respuesta fue que sí, que veían uno. Allí estaba, un ejemplar de oso pardo pastando tan feliz, se le observaba simple vista aunque un poco lejos, no obstante le pedí a un señor que me dejara su mira telescópica y no había quién me lo quitara, ¡Vaya ejemplar más chulo!! ¡¡Qué emoción!!🐻

Después comimos en Veígas, yo un pote asturiano, con su berza, garbanzos y su compango correspondiente, ¡qué rico!😋😋.
Había un museo etnográfico en el pueblo, se trataba de varias chozas tradicionales, con sus habitáculos amueblados, los aperos, establos, etc. Son similares a las pallozas que vimos en la leonesa sierra de los Ancares. Muy maja la guía, una asturiana de un pueblo cercano con buena disposición y buena conversación. A estos chozos de  zonas altas con sus correspondientes praderas se les llama rañas, y son los pastos de verano para el ganado a donde solía trasladarse toda la familia durante el estío hasta hace no mucho🦬🐂.

Desde ahí cambiamos de desfiladero y nos acercamos a Pola de Somiedo, pueblo que divisamos desde un mirador, tras lo cual bajamos y resulta que estaban de fiesta, tan animada estaba que hasta nos echamos un bailecito.

De regreso nos tomamos una cervecita en el albergue de peregrinos de San Esteban, que tiene mucho encanto, me gusta observar y escuchar las conversaciones de los peregrinos, una de las cosas que en otra vida, la de sin artritis, me hubiera encantado hacer, dada mi inclinación natural a las relaciones sociales que no a los motivos religiosos, como podéis imaginar.
El domingo hicimos turismo de ciudad, y es que yo tenía muchas ganas de visitar Avilés, hacía algo más de quince años que pasamos una mañana por allí. Es uno de los tres angulos del triangulo que forman lo que llaman los geógrafos "Ciudad Astur", la zona mas poblada del principado y cuyas otras dos esquinas son Gijón y Oviedo.
Guarda Avilés esos aires decimonónicos de haber sido una próspera ciudad burguesa debido a la siderurgia y al comercio, con su plaza y calles aledañas con  la típica edificación de soportales, para que pasearan los riquillos sin mojarse en esta tierra tan lluviosa, y a la vez contemplaran los escaparates que imagino llenos de productos maravillosos de aquella época, ¿os imagináis?, sombreros, abanicos, telas, mantones de manila, ultramarinos, pastelerías, etc. 


Después todo eso quedó anticuado, la ciudad fue convirtiéndose  a la vez que industrial en obrera, con esos barrios cutres de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. La debió arrear fuerte la Reconversión (que ya sabéis que es un eufemismo que en realidad significa destrucción del tejido industrial). Los ochenta debieron ser duros mucho paro, industria y comercio que se vienen abajo, zonas degradadas como los antiguos muelles, bueno más de lo mismo que en tantos polos industriales, como sus vecinos Gijón o las ciudades vascas.

Pero toda esa historia dejó vistosos barrios, casas modernistas, de indianos, soportales como dije antes, etc. Plazas recoletas como la del Carbayón, dónde se encuentra la iglesia de Santo Tomás, todo enclavado en el barrio de Sabugo, antiguo barrio marinero y que ahora es ideal para ir a tomar unas sidritas. 
Muy chulas también las plazas del mercado y del hórreo, las calles de Ribero o la Ferrería, etc.

Ahora la ciudad parece gozar de una nueva etapa de prosperidad, vimos mucha vida entorno al famoso Niemeyer. Una fuerte inversión para reavivar culturalmente la Ría de Avilés. Esas modernas arquitecturas llaman la atención de viajeros y autóctonos hacia el otro lado de la Ría. 

En fin, que muy interesante Avilés.
De vuelta aprovechamos para ver la playa de Salinas, el mirador de las Anclas y también la playa de San juan de la Arena. 


Esa tarde de vuelta, en el albergue de peregrinos me tomé un fantástico "aperol", disfrutando de las vistas y de la compañía y claro así una se viene de Asturias pensando en la próxima.😊



1 comentario:

  1. Soy María, la chica que estaba en el museo de Veigas. Me alegro mucho que os gustara la visita y de veros por aquí. Os esperamos cuando queráis volver con los brazos abiertos. Me encanta el blog! Un saludo :)

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