martes, 14 de mayo de 2024

UNA MAÑANA EN ÁVILA

El 23 de abril es la fiesta de la Comunidad en CyL, no sabemos hasta cuando. Se conmemora la revuelta de las Comunidades en Castilla en 1520 contra el poder establecido, efeméride que se le antoja demasiado revolucionaria a los actuales gobernantes de estos viejos Reinos, y sospecho que nos la intentarán colar para colocar algo que celebrar más afín a su ideología, de hecho el pasado año cambiaron ya el día por el 25 de julio, como ustedes saben festividad de nuestro insigne patrón Santiago Matamoros.
Quiero recordar aquí que las primeras reuniones de estas Cortes y Junta general del Reino se celebraron en esta "vieja ciudad de las murallas". El 1 de agosto de 1520 los procuradores de las 18 ciudades con voto en Cortes fueron convocadas a la catedral de Ávila, si bien es cierto que acudieron sólo cinco o seis en aquel primer momento. He querido visitar y homenajear tan señalado hecho histórico acompañada de mi familia, 501 años después de la sonada derrota de los Comuneros en Villalar. Pero vayamos por partes.
En primer lugar me gusta, cuando voy de visita cultural a nuestra capital de provincia, comenzar por los Cuatro Postes.  Hay desde allí unas vistas del caserío, encorsetado dentro de tan sólida muralla, tan espectaculares que ya de por sí merecen una parada. 


Este es el momento de poner en contexto la construcción de este baluarte inexpugnable, mandado levantar por don Raimundo de Borgoña, cumpliendo el encargo de su suegro el rey Alfonso VI de Castilla tras la conquista de Toledo en 1085,  con el objetivo de trazar una linea de contención al norte del Sistema Central que impidiese a los ejércitos islámicos recuperar el terreno perdido. En este humilladero, hay que comentar también la frase "de Ávila, ni el polvo de los zapatos", que según dicen dijo la Santa, renegando de ese modo de su ciudad natal; así como alguna referencia literaria como aquella de Delibes en "la sombra del Ciprés es alargada" en la cual su protagonista contempla la ciudad nevada a la luz de la luna llena, se me eriza el vello solo de pensarlo.
La siguiente parada fue San Vicente, en esta ocasión no entramos, por la razón de que es mejor, según con quien vayas, elegir un templo y no aburrir a la concurrencia con abundancia de iglesias. Vimos el pórtico de entrada y el meridional, donde se hallan cuatro figuras románicas, una Anunciación, así como San Vicente y Santa Sabina, que son tallas románicas de tal calidad que se han convertido en uno de los emblemas de la ciudad.
A continuación contemplamos con detalle la muralla, desde el arco de San Vicente hasta el del Alcázar, en este lienzo se reaprovecharon los sillares de la antigua muralla romana, por ello si nos fijamos con detalle, encontramos lápidas, cistas funerarias y hasta algún urinario incrustadas en la pared. Me gusta también contrastar el poderío de dichos sillares romanos con la mampostería medieval.
Entrando por la puerta del Alcazar ya en la Plaza de la Catedral admiramos algunos de los palacios o viejas casonas nobiliarias que fueron residencia de aquellos caballeros que dieron nombre a esta villa, como el de los Velada o Valderrábanos. Aprovecho para hacer alusión al frío que hacía esa mañana, como mandan los cánones de la Meseta castellana.

Hacía mucho tiempo que no entraba al templo, no recordaba la belleza de sus líneas muy distinta a cualquier otra, fue la primera en estilo gótico por estos lares, su cabecera en la que se trazó una de las primeras girolas del reino de Castilla, tiene reminiscencias románicas y es todo un espectáculo. Está construida con esa piedra que llamamos sanguina por el color rojizo de sus óxidos de hierro y que contrasta con la berroqueña del resto del templo. La sensación es de difícil descripción, mejor ver:

Otros lugares a destacar son la sillería de coro, el altar mayor con algunas tablas de Berruguete, el relieve del trascoro y la tumba de "el Tostado", con un detallismo y una calidad propios del mejor Renacimiento italiano.
Y para finalizar la visita entramos en el claustro, con una crestería de granito coronándola, sin parangón por la dificultad que debe tener labrar esta piedra. Aquí dentro está la tumba del Duque, don Adolfo Suárez y su esposa. Y como también a esta vetusta capital llegan las nuevas tecnologías, hay una experiencia virtual, de la que me ayudó a disfrutar mi sobrina Yaiza sujetándome las gafas, que me dejó con la cabeza dando vueltas después de trepar por torres, bóvedas y altares.
Por último recordar el aspecto de fortaleza del templo, con sus dos torres decoradas con el típico perlado abulense, una de ellas inconclusa, y su cabecera, que en Ávila llaman cimorro, y que son todo ello de gran originalidad.

Era la hora del vinito y el pincho, ¡qué gozada! fuimos al Grande, aunque hacía frío daba el sol y nos quedamos en una terraza contemplando a la gente curiosear por las casetas de la feria del libro donde finalmente nos acercamos. Me compré una novela de Ángel Barrios, "Bajo Control" se titula, pero que no puedo comentar porque aún no lo he leído. Soraya y las niñas también cargaron. Yo buscaba algo de Luis Mateo Díaz, al que daban ese día el premio Cervantes, pero no lo encontré en ninguna de las casetas.
Habíamos quedado para comer en "la Posada de la fruta ", en esta ocasión con algún fallo, tardaron muchísimo en servir, nos dijeron que debido a la falta de personal en la cocina, mal del que empiezan a pecar muchos negocios... 
Aún dio tiempo a mi equipo subir al adarve de la muralla, yo me volví abajo desde la mitad de la escalinata, he de ser realista con mis limitaciones.
Les gustó la visita a Ávila o eso me dijeron. Yo sólo busco, como siempre repito, compartir mis conocimientos para inculcar el amor por el Arte y la Historia a los que me rodean😘😜





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