miércoles, 20 de diciembre de 2023

DE PUENTE POR DUBLÍN Y MÁNCHESTER II

Llegamos en la tarde del 8 de diciembre a Mánchester, ya noche cerrada debido a las pocas horas de luz en esta época del año y menos por aquellos lares. De camino al hotel, en el taxi, les comentaba a mis amigas que para que nos gustara esta ciudad había que mirarla con otros ojos. Tiene fama de fea, incluso muy fea y con poco o nada que ver, bajo mi punto de vista nada más lejos de la realidad.
Cierto es que de época medieval queda poco, casi nada, catedral y algún edificio de esos a los que se refieren como estilo tudor, muros blancos con travesaños de madera, pero la verdad es que tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y la bomba del IRA de 1996 poco quedó de aquellos tiempos medievales.

 Pero esta ciudad había crecido y se había hecho importante sobre mediados del siglo XVIII y todo el XIX, a raíz de la Revolución Industrial, el sistema fabril de producción se inició en el Reino Unido y concretamente en ciudades como Liverpool y Mánchester, al día siguiente visitaríamos esos primeros canales a donde llegaba el algodón o el carbón, el lugar al que llegó el primer tren que se movió por raíles y que venía de Liverpool, los viaductos de hierro, etc.

Les comentaba también que aquellos  primeros tiempos fueron durísimos para la clase trabajadora y esa fue la razón de que nacieran aquí asociaciones de obreros y con ello partidos y sindicatos, también las primeras ideas feministas para denunciar la situación de la mujer y el trabajo infantil. Por todo lo dicho ha sido y es una ciudad donde se respira tolerancia y progresismo.
Fue también aquí donde nació el fútbol, en las pocas horas libres que tenían los obreros les dio por dar patadas a un balón, así, sin más, ese es el origen del deporte rey.
De su pasado industrial quedan muchos restos por toda la ciudad, antiguas fábricas, talleres, almacenes, sedes comerciales, etc. 
En los años ochenta del siglo pasado comenzó la Reconversión Industrial y todos esos edificios perdieron su función, pero afortunadamente fueron protegidos por la reglamentación urbanística y a día de hoy hay cientos por toda la ciudad, reconvertidos en hoteles, como este tan chulo en que nos alojábamos Whitworth Locke, que tiene en el centro una estructura, como de invernadero donde está la recepción y una barra, música y mucha marcha por las tardes, otros se han convertido en centros comerciales, centros de arte y diseño, oficinas o edificios de apartamentos. 

Pero volviendo al urbanismo hay que señalar que junto a las construcciones de ladrillo, o intercalados con ellos, están los rascacielos, algunos de ellos acristalados, levantados  recientemente, que le dan un aire de modernidad y pujanza a esta actualisima urbe.

Esa tarde, después de registrarnos y cenar en el hotel, salimos a dar una vuelta por la zona, por Princess St, a la derecha se veía el barrio Gay, seguido Chinatown, a la izquierda llegamos a San Peters' Square, donde se hallan algunos edificios emblemáticos como el Hotel Midland, también la Central Library, de factura clásica  inspirada en el Panteón de Roma. Entre esta plaza y la aledaña de Albert Square se encuentra el imponente  Ayuntamiento, sólo que en esta ocasión estaba cubierto de lonas y andamios.
Nos fuimos pronto a dormir que estábamos cansadas de tanto trasiego y al día siguiente había que empezar en serio a patearse la ciudad.
Día 9 de diciembre, sábado, desayunamos en la cafetería del hotel y nos pusimos en marcha. Nos costó un poco dar con Castelfield y los canales, ahora una tranquila zona para pasear y donde como dije anteriormente se crearon las primeras fábricas textiles. Aunque la mañana estaba muy gris había una luz preciosa el contraste del gris del cielo con el rojo del ladrillo se reflejaba en los canales creando una atmósfera única.

Nos estuvimos haciendo fotos y después nos fuimos al Museo de Ciencia y Tecnología, en el que exponen aquellas primeras máquinas, hiladoras y tejedoras, como la lanzadera volante, que hicieron posible el milagro industrial. 

Hay cerca otro museo, el del Pueblo, que en realidad tiene por temática el movimiento obrero, pero que no vimos.

 Buscando Deansgate Av nos encontramos la preciosa biblioteca neogótica de John Rylands, que en realidad se mandó construir por su esposa Henry, nos encantó, y
ésta sí, está llena de libros tal cual peli de Harry Potter, me decían mis amigas que incluso les gustaba más que la de Dublín.

 Tras pasar un buen rato visitando su sala de lectura y su tienda, salimos en busca de nuestro siguente objetivo, Samble Square, donde  está la Catedral.

Junto a ella, los vistosos  Sinclair Oyster Bar y Old Wellington que estaban hasta los topes,

Por ello nos dirigimos al Arndale Shopping Center para comer, en esta ocasión en un italiano, donde pasamos un rato a resguardo comiendo pasta y tomando unas pintas😉, después la tarde sería dura ya que no dejó de llover y además hacía un terrible viento que hacía inviable meterse bajo paraguas.


La Catedral me gustó, con esa uniformidad que caracteriza a los templos que se sumaron a la Reforma y que por tanto carecen del barroquismo lleno de oro e imaginería que inundaría los templos católicos con posterioridad.
Buscando como resguardarnos de la inmisericorde lluvia entramos en otra preciosa galería victoriana, Barton Arcade, he leído que la primera reglamentación urbana que protegía estos edificios es de 1972,  cincuenta y un años después  en algunos puntos de España aún no ha calado la idea de que hay que mantener y preservar, aunque resulte más costoso y menos práctico que hacer nuevo.

En San Anne Square entramos a ver la iglesia y nos aproximamos al Mercadillo de Navidad para tomar un vino caliente, pero era imposible entrar en esas carpas abarrotadas de gente. Nos costó Dios y ayuda encontrar donde tomar unas pintas, era sábado y seguía jarreando agua, cuando lo logramos cerca de San Peter Square, ya no nos movimos hasta la hora de cenar.

Esa noche había que abordar Chinatown, la verdad que como llovía tanto y soplaba ese fuerte viento, nos hubiéramos metido hasta en las mismísimas calderas de Pedro Botero.  Merce nos tranquilizó y nos dijo que el restaurante elegido estaba lleno de chinos y que por tanto la comida sería sin duda de buena calidad, como así fue, al menos a mí me supo todo riquísimo. Y desde allí a tomar la copita y echarnos un rato de risas al hall del hotel, que como dije anteriormente tenía una marchuki estupenda.
El día 10 domingo, salió de nuevo una mañana lluviosa, lo cual era una auténtica faena porque yo pretendía ver Northern Quarter, un barrio del que dicen es alternativo, de hipsters y modernos. Lo que tiene se ve pateando sus calles, así que allá nos lanzamos primero a Piccadilly Gardens, lugar en el que poco más vimos que el Primark para comprar paraguas pues el viento había dado buena cuenta de los que llevaban mis amigas el día anterior; éso sí, se veía una plaza muy animada, donde llegan los tranvías y hay mucha gente.

Nosotras enfilamos por Oldham St donde nos topamos con Afflecks Arcade, que en su día fueron unos grandes almacenes especializados en retales y actualmente son tiendas pequeñitas, de discos o ropa alternativa. 

Caminando por la calle había que ir pendientes de los graffitis ya que los hay por todas partes. 

Encontramos también un mercadillo de artesanía y junto a él estaba otro icono del barrio, de nuevo otro precioso edificio victoriano que fue en su día mercado de pescado y actualmente alberga al Craft and Desing Centre.

Un centro donde puedes adquirir artesanía y diseño de nuevos creadores. Caminamos otro poquito por el barrio y finalmente paramos a tomar la pinta y comer en Mackie Mayor.

 Es otro antiguo mercado, con una estructura de hierro tan guay, que ya por sí sola merece la visita. Tiene un modelo de restaurante que se está poniendo muy de moda  y que consiste en un espacio central con mesas y alrededor todo tipo de locales donde puedes pedir desde comida china, mexicana, italiana, japonesa, etc.. que te acercan a tu mesa. La idea es buena para grupos numerosos, donde cada uno quiere un tipo distinto de comida, pero tiene sus contras, suelen estar "petaos de gente" y además la comida responde más a la idea de una cadena que de un restaurante más auténtico.
En nuestro caso finalmente las que comemos cualquier cosa pues bien, pero yo creo que a las más delicadas para elegir comida no les entusiasmó.
Cuando salimos ya no llovía, incluso vimos algunos rayos de sol asomar tras alguna nube, tomamos fotos junto a preciosos grafitis.

Decidimos acercarnos a la Nacional Gallery,
Pasamos allí otro buen rato, el museo está ubicado en un edifício de factura clásica al que se ha añadido una ampliación para albergar ascensores y otras salas para actividades interactivas y exposiciones temporales. Cosas que llamaron nuestra atención: una sala de trajes diseñados por modistos de las primeras firmas internacionales, nos interesaron también aquellos pintores que supieron plasmar el ambiente y la atmósfera de niebla llena de negros humos propia de los años de la Revolución Industrial, lo que ellos llaman smog, de ellos, Lowry con sus cuadros naif que a mi me gustaron mucho y con una pincelada más impresionista P.A. Valette, que vino a dar clases de pintura desde Francia y que como digo supo captar el Mánchester industrial envuelto en nieblas.

En el XIX, la reacción a las nuevas tendencias vino representada en el Reino Unido por la Comunidad Prerrafaelita, de la cual hay buena representación en estas salas.

 Pero nosotras nos detuvimos ante un cuadro Hilas y las ninfas de J.W.Waterhouse, porque yo recordé en ese momento que una responsable del museo había decidido no hacía mucho retirar el cuadro, como protesta por "la cosificación de la mujer" en el arte, pretendía según ella abrir debate y sumarse al movimiento #Metoo. El cuadro ya está en su sitio y se exponen algunos post it que dejaron, dando su opinión sobre el tema, los visitantes del museo.

Como al día siguiente volvíamos teníamos que hacer el check in, que como os he contado me costaba lo que no está escrito, así pues fuimos al hotel a ponernos manos a la obra. Una vez conseguido el objetivo, de nuevo a buscar donde tomar la cervecita bajo una lluvia incesante, encontramos pub en Portland y cruzando la calle un  estupendo restaurante para cenar, también en Chinatown. 

El rato que pasamos después en el hotel tomando la copita fue de esos tan gloriosos y nos reímos tanto, que creo que será de los que saldrá a relucir montones de veces en nuestras futuras tertulias. ¡Que tupa de reir!🤣🤣.
Día 11 de diciembre, lunes. Ya había que volver pero podíamos aprovechar la mañana y eso hicimos.Y cómo no, lloviendo toda la mañana, a ratitos paraba un poco y después arreaba de nuevo de lo lindo.

Visitamos en primer lugar un parque que estaba muy cerca del hotel, en el barrio Gay.
El Sackville Gardens, en el cual se ha pretendido hacer un homenaje a este colectivo, el Memorial de Alan Turing pretende reivindicar la figura de este hombre, perseguido y encarcelado por su condición sexual, después de haber inventado la computadora y haber sido una figura clave en la lucha contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Había pensado visitar la Universidad y hacia allí nos encaminamos, de camino paramos un montón de veces a fotografiar edificios de ladrillo preciosos, como la casa Asia que estaba muy cerquita de nuestro hotel.
La Universidad de Mánchester tiene también construcciones muy interesantes, como su patio y su fachada, con el estilo historicista, llamado aquí victoriano, como venimos repitiendo. Había graduación ese día, los recién diplomados lucían sus mejores galas, nosotros aquí hubiéramos pensado que qué pena de día, tan deslucido, pero allí no deben darle importancia porque todos los días son iguales.

Fue una pena porque como era lunes tanto el Museo arqueológico, ubicado en otro precioso edificio historicista, así como  la Galería Whitworth con vistas a un espectacular parque, estaban cerradas. Cuando planifiqué las visitas no tuve en cuenta esta circunstancia, y ya me ha pasado más veces.
Y digo yo... ¿no sería más lógico cerrar los miércoles?, lo digo porque es el día más alejado del finde al que los viajeros suelen unir algún otro día por delante o detrás con objeto de alargar el viaje.
Bueno pues improvisamos un poco y terminamos entrando en la Central Library, molaba el ambiente para estudiar, leer el periódico e incluso tomar un café.
Terminamos comiendo, como no podía se de otra manera en el Sinclair Oyster Bar, muy guay también por dentro. 
A la salida  en el mercadillo pudo Tere al fin probar el vino caliente, especiado dicen ellos, así como hacerse con la jarrita correspondiente, mientras tomábamos un café en una caseta, es lo que tienen los lunes...🤪.

Y ya al hotel a por las maletas y a volver... 
Avión, cena en el Truji con Pilarín y Bea, a ellas aún les quedaba el madrugón para volver al pueblo.
Y bueno, creo que el viaje ha superado, incluso, nuestras expectativas. Nos hemos dado una inmersión 🤪, nunca mejor dicho, vaya "calauras" con tanta agua, y con las pintas, también de Historia, de Arte, Música, Literatura y cultura. Vamos a pedir al nuevo año que nos respete lo justo para seguir disfrutando de la amistad y conociendo a esta vieja e interesante Europa☺️.
  




 

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