domingo, 2 de julio de 2023

PALACIO DE RIOFRIO

Quieres visitar un lugar, interesante, bonito, que no te lleve mucho tiempo y que además no esté muy lejos para poder ir y volver en el día: pues aquí lo tienes: el palacio de Riofrío, a tan sólo 9 km de Segovia. Es otro de los tantísimos lugares de #PatrimonioNacional que conviene no perderse.
Así lo vimos nosotros hace unos días:


La pregunta es porqué, qué pinta aquí este fastuoso palacio italiano, tan próximo a la ciudad de Segovia y al Palacio de La Granja de San Ildefonso.
Pues parece ser que compró los terrenos y ordenó su construcción la entonces reina madre de España, doña Isabel de Farnesio, para alejarse de la Corte, tanto de la de Madrid como de la Granja. Ya que al parecer, esta señora que debía ser una metomentodo, no hacía muy buenas migas con su hijastro el rey Fernando VI, allá a mediados del siglo XVIII. La cuestión es que no lo llegó a habitar, pues el citado rey murió mientras lo construían. Se fue al otro mundo sin hijo al que dejar sus reinos, por ello le sucedió su hermano, el que sería Carlos III, que a la sazón reinaba en Nápoles y se vino para acá corriendo. Y ¡Ay, señores! este sí era hijo de La Farnesio, quién acudiría rauda y veloz a ayudarle en sus tareas de reinado y gobierno y a desplegar sus tejemanejes por la Corte.
Casi cien años estaría tan singular construcción sin habitar, y sólo lo ocuparían un par de veces desde entonces. Dicen que se utilizaba como pabellón de caza. A día de hoy aún hay una gran cantidad de fauna salvaje en sus seiscientas hectáreas de monte: gamos, ciervos, jabalíes, rapaces, buitres, etc...
Nos pareció un bosque, precioso, con encinas, fresnos... bueno todo tipo de especies vegetales propias del monte mediterráneo.
Pero volviendo a los moradores de este Real Sitio, solo cien años después de su construcción, llegó por allí, huyendo de la quema, el consorte de la por entonces reina de España doña Isabel II. El susodicho, Francisco de Asís, que según se deduce de testimonios de la época debió ser gay, nació ciento cincuenta años antes de tiempo, hoy hubiera podido ser él mismo y feliz, entonces sólo pudo ser un desgraciado y hacer a su esposa, que tenía fama de ninfómana, una auténtica desdichada.
Ella, parió no obstante un montón de hijos, quizás once, de los cuales un varón y cuatro hembras llegaron a adultos. Ninguno debió ser hijo de su esposo, sino de los múltiples amantes que tuvo la reina entre políticos, artistas y militares.
Al nacer la primera, la infanta Isabel, los rumores de "cuernos" no había quien los acallara y con las mismas Francisco de Asís se retiró a Riofrío, ya que no soportaba más habladurías.

Era invierno, quizás diciembre de 1846, el propio consorte, dicen, se ocupó de la decoración. Llaman la atención las telas, tapices y tapizados de las salas, los enormes cortinones con doseles; los muebles, camas, sofás, sillas y mesas, seguramente con mucho gusto en consonancia con las modas de la época. 

Del techo cuelgan las típicas lámparas, enormes, de cristal; cuadros, algunos, parece ser, de muy buena calidad; relojes y cerámicas completan la decoración.
Como curiosidades, las estufas, el montacargas que subía los platos desde las cocinas y los cables de los timbres para llamar al servicio.

Su segundo habitante fue el hijo de Isabel II, que no de Francisco de Asís, don Alfonso XII, que contra viento y marea se había casado con su joven prima María de las Mercedes de Orleans, y que tuvo la mala suerte de quedarse viudo a los pocos meses del enlace, ya que la joven reina se fue para el otro mundo víctima, parece ser, del tifus; una enfermedad de pobres, que tardaron en reconocer en la Corte y que fue deficientemente tratada.

Quedó tan desolado el rey, que vino aquí a pasar su luto, alejado del mundanal ruido.
Se conserva también su habitación, quizás con una decoración un tanto tétrica, al menos más oscura que las salas que habían sido ocupadas por su antecesor.
 Formando parte de la decoración cuadros de su esposa, incluido algún retrato de la boda.
Espectacular la entrada al palacio, preparada para los carruajes, y con dos escaleras, monumentales, enfrentadas y construidas en granito, dignas de las casas más importantes del reino.

Mencionar también las salas tan ricamente decoradas, la capilla, a la que se puede asistir desde el piso superior, el patio interior de granito, los enormes ventanales con los cristales originales, las contraventanas, que llamaron mucho la atención de Susana. El exterior, con fachadas muy clásicas, con una tonalidad rosácea, los balcones con su forja, sus jardines... en fin, un precioso palacio, de cine😉.
De hecho son las vistas aéreas del palacio de los duques que salen en la serie "La cocinera de Castamar". 
Un ala entera está dedicado a un museo de "La caza". Esta zona parece un poco descuidada. Hay unas salas que en realidad son armerías, en las que se exponen vitrinas con escopetas antiguas, que gustarán y mucho a los amantes de la cinegética. 
También otra con escenas de caza a lo largo de la Historia, desde las paredes de las cuevas magdalenienses, los mosaicos romanos, las escenas de cacerías medievales hasta las más recientes.

Y a partir de aquí, una serie de dioramas, en los cuales está representada la fauna del entorno. Cada especie que podemos encontrar en el monte mediterráneo en su propio ambiente, en general bastante bien conseguido. Más bien parece un museo dedicado a ecosistemas que a la caza propiamente dicha. 
Visto este magnífico palacio, nuestra propuesta es salir por la puerta que va para Segovia, a degustar cochinillo, de esos con la piel crujiente 😋 ( y no una menestra que fue lo que se pidió Victoria Beckan cuando visitó esta ciudad). A nosotros nos habían recomendado Restaurante José María , ya que además sirve vino Pago de Carrovejas y fue un acierto. Pero si buscas más económico, Segovia cuenta con una buena oferta gastronómica.

No puedes marcharte de esta magnífica ciudad, Patrimonio de la Humanidad, sin dar un paseo por sus monumentos más significativos. La ciudad histórica está en alto, en un espigón, es alargada; a un extremo el Alcázar, que se eleva sobre el Eresma y al otro hay una vaguada, que salva ese espectacular acueducto  construido por los romanos para subir el agua a la ciudad. O quizás fue el diablo en una noche para ganarse el alma de una muchacha. La verdad no lo sé 😉.
Entre uno y otro una pasada de ciudad, iglesias románicas como San Martín y San Esteban, Plaza Mayor, Catedral, Casa de los Picos, en fin, no me demoro en describirlo pues no era ese el objetivo de esta entrada y de este viaje. 

Pero sí tengo que decir que me encanta Segovia, el Alcázar es un castillo de cuento, con sus torres, almenas, puente levadizo, foso, etc. Y qué decir del acueducto, mejor pararse y mirar detenidamente:

¡Hasta pronto, Segovia! ¡Hasta la próxima, amigos! ❤






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