miércoles, 1 de marzo de 2023

ESPAÑOLEANDO POR ASTURIAS "PATRIA QUERIDA"

Hay cosas que ya sabemos tod@s y que son obviedades, como que "Asturias es España y lo demás tierra conquistada" o que si vas allí hambre y sed no vas a pasar. Como es difícil contenerse vendrás con más peso del que quisieras. De igual modo es casi seguro que hagas uso de exclamaciones: ¡Qué bonito!, ¡Qué pasada!, ¡Qué verde!... y es que ¡Asturias es mucho Asturias!
 Nunca te cansarás de ir, siempre te quedarán cosas por ver o platos por probar, así como paisajes por admirar.


Dicho todo esto, he de reconocer que yo había recalado por allí sólo en unas pocas ocasiones, con lo cual cualquier plan sería bueno y por tanto les dije a mis anfitriones que no quería preparar nada, que prefería que me sorprendieran, y a decir verdad nos han regalado un viaje estupendo.

El destino: San Esteban de Pravia; un pueblecito del Concejo de Muros de Nalón que está ubicado en la misma desembocadura del río, y que por esa razón tuvo un pasado industrial del que se conservan vestigios como las grúas y los cargaderos. Desde aquí partían los barcos con el carbón que llegaba de las cuencas mineras en ferrocarril, con destino a las fábricas de toda la cornisa cantábrica (entre otras cosas  alimentaba a los Altos Hornos de Vizcaya). Actualmente se ha reconvertido el antiguo trazado del ferrocarril en Vías Verdes para el esparcimiento de los vecinos, en una suerte de parque lineal con vistas a la ría.
Llegamos el viernes a mediodía y ya nos esperaban con una buena comida, en un restaurante muy recomendable: La balanza. El bacalao como especialidad además de otras exquisiteces como el pulpo o las zamburiñas, 😋😋, y una decoración al estilo de un bazar antiguo donde exponen todo tipo de cacharros y cachivaches de manera que parece que te encuentras en un museo.
 Esa misma tarde nos llevaron a hacer la Ruta de los miradores, mirador de la Atalaya, playas de Veneiro y Aguilar. De vuelta al pueblo paseamos por el espigón hasta el faro, con vistas a San Juan de la Arena, situado en la otra orilla de la ría.
Para el sábado nos habían programado una visita a otra comarca que no conocíamos: Los Oscos. Por la orilla asturiana del río Eo, pasando por Vegadeo hasta Taramundi, donde optamos por el museo de las navajas, para comprar un ejemplar que no fuese un renge, y también los molinos (aunque en esta época del año sólo pueden verse por fuera).

Pero no acabó ahí la cosa, ya que siguiendo una carreterita, estrecha y con unos desniveles que "acojonaron" a alguno, llegamos a una aldeita: Veigas. Quizás debido a su aislamiento había conservado su arquitectura tradicional, se encontraba en un lugar recóndito, al fondo de un valle, con un riachuelo de aguas cristalinas, casas de piedra y tejados de pizarra, y tras ella un bosque de hayas. En fin ... un lugar de ensueño donde para más inri nos tomamos una cervecita y un chorizo a la sidra de pincho que nos supieron a gloria.


Me he deleitado en describir el paisaje para contrastar con lo que realmente se ve por toda la comarca, los bosques originarios esquilmados para sembrar los conocidos eucaliptos de rápido crecimiento (supongo para la industria papelera), que serán a buen seguro una fuente de ingresos pero que sin lugar a dudas están reñidos con un turismo de paisaje o naturaleza que es el que se mueve por allí.

He visto también por la tele el mismo conflicto entre los partidarios y detractores de los molinos eólicos, que darán magros ingresos a alguna parte de la población pero con su ruido e impacto visual serán nefastos para los que pretendan vivir del turismo. Ahí lo dejo, cada cual lo verá a su modo.
Ese día para comer cruzamos el Eo. Nos adentramos en tierras gallegas hasta Puerto de Rinlo. Allí nos esperaba un arroz con bogavante de los de no olvidar. El pueblo, es un pequeño puerto de pescadores, con las típicas casas de colores y mucho encanto 🤩🤩.

De vuelta a casa aún nos quedaba ración de paisajes idílicos por el camino: Cadaveu o Cadavedo, en dirección a la Punta del Cuerno, donde se encuentra la Ermita de la Virgen de la Regalina, en un acantilado sobre una playa de película. De peli también, en Castañeras, la Playa del Silencio. Para digerir tanta belleza nos pasamos por la Tasca Marinera El Puerto, a tomar la última y ver el ambiente de finde de un pueblo costero, por cierto muy animado a estas horas.

El Domingo nos esperaba la gran ciudad industrial, al menos hasta la reconversión de los 80, de Gijón. Nunca antes había estado allí y sin duda me perdía mucho.

Comenzamos por el puerto deportivo cogiendo el plano en la oficina de turismo. Nos encaminarnos al barrio de Cimadevilla y Monte de Santa Catalina, por donde se veía pasear a los lugareños en esta mañana de domingo. Nos retratamos.  y como siempre a propósito del arte contemporáneo, debatimos, sobre si era bello o tan siquiera arte, el mamotreto de hormigón que llaman Elogio del horizonte de Chillida, juzguen ustedes mismos:

 Y tras observar el mar y la ciudad desde la cima, bajamos de nuevo hacia la villa, esta vez dando vistas a La playa de San Lorenzo. Había muchos surfistas esperando olas en esta mañana nublada de febrero, cosa que nos sorprende a los de tierra adentro. A continuación vimos las Termas romanas, con un ilustrativo museíto que hubiera dado para una visita más calmada. Desde allí, Plaza mayor, un poco pequeña, quizás, para tan gran ciudad, La casa natal de Jovellanos, ilustre político y escritor durante el reinado de Carlos III, que fue natural de esta villa, y jugó un importante papel en la Ilustración española. Dimos una vuelta por las salas del museo, con interesante pintura, costumbrista, naturalista y romántica de pintores asturianos del XIX, y un poco a matacaballos la del XX, que hubiera requerido algo más de dedicación.
Desde ahí, por la torre del reloj, llegamos de nuevo a la zona del puerto, donde tomamos una cervecita junto al palacio de Revillagigedo. Cumplimos a continuación con las obligadas fotos instagram en Las Letronas y El monumento a la sidra.

Teníamos una tiradita hasta el restaurante Carmen manso, pero como la comida iba a ser copiosa allá nos dirigimos caminando por el paseo de la Playa de San Lorenzo adelante. Nos faltaba degustar la fabada y el cachopo, muy equilibrado, ya lo sé, 😉, pero no te puedes venir de Asturias sin probarlo, buenísimo😋😋...

A la vuelta paseo adelante, nos llamó la atención una octogenaria dándose un baño en la playa, pero sobre todo lo que vimos es que la playa había desaparecido casi por completo al subir la marea. El Cantábrico se estrella contra el muro, y la verdad, no me extraña que cuando haya un fuerte temporal, el paseo marítimo sea arrancado de cuajo por las olas. Me da que la subida del nivel del mar va a ser un grave problema para las ciudades costeras en un futuro muy próximo.
No quisimos volvernos sin ver la Laboral, y comentamos lo impactante que debió ser llegar allí a aquellos niños de los setenta, que con las becas buscaban un futuro distinto del que les esperaba en sus pueblos de los que apenas habrían salido. Recordamos a algunos de ellos, incluso les mandamos una foto.
Queda en la memoria Gijón como una ciudad muy viva y muy colorista a pesar del día gris.

Nos quedaba el Monterrey para la última sidrita, ya que mañana lunes tocaba regresar.
Nos han llamado muchas cosas la atención pero no quiero dejar de comentar los casoplones que se ven por todas partes, con parcelas enormes, especialmente bonitas las antiguas, las de indianos, de lo más evocadoras. Como cambia el paisaje cuando pasas por los túneles y llegas al embalse de Luna, hacia León. La Meseta es otra cosa...
Y para rematar la faena ayer en Ávila el concierto del más ilustre cantante asturiano, Víctor Manuel, ¡cómo emociona! Sabe cantar a la esencia de su tierra : 🎶🎶🎶 Asturias si yo pudiera, si yo supiera cantarte, Asturias verde de monte y negra de....🎶🎶🎶🎶





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