domingo, 30 de octubre de 2022

ESPAÑOLEANDO POR LA MONTAÑA PALENTINA: NATURALEZA Y ROMÁNICO.

Me parece que Palencia es una provincia con poca prensa y quizás sea poco conocida para los méritos que presenta.
Mucha naturaleza, la Montaña Palentina tiene unos picachos de mucha entidad en su límite con Cantabria, como el Curavacas y el Espiguete, los más altos, pero con otros con nombres tan sugerentes como Tres Mares.
Es difícil planificar un viaje, y lo es sobre todo por la diversidad tanto de gustos, como de forma física e intereses de cualquier grupo y  éste no era menos. Y aunque he de decir que mi equipo se presta a cualquier cosa que yo proponga, y siempre de buen agrado, la realidad es que a mí todo lo Románico me parece poco y todas las rutas senderistas se me hacen como si de verdad fuera,igual que mi hermano, a subir un "seismil" 😉.
Pero tengo además la suerte  y de ello no me importa presumir, de tener amig@s allá por donde me muevo, y claro aquí mi querida amiga y compañera Sonso, me ha sido de una inestimable ayuda para elegir desde itinerarios hasta restaurantes y bares para conocer ésta, su maravillosa tierra de adopción.
Nos fuimos el día 12 miercoles, día del Pilar para más señas, la casa rural la había reservado en Polentinos, pueblo pequeñito pero muy coquetón cerca de San Salvador de Cantamuda, Casa rural El guaje, alojamiento muy recomendable, un caserón con solera, en un entorno maravilloso y con un prado estupendo donde disfrutamos de lo lindo, como hizo "tan buen tiempo" pudimos comer fuera o tomar una cervecita con la consiguiente raspa de jamón, cosa que no requiere más explicación🍻😋🍻.
El primer día llegamos a mediodía a Aguilar de Campoo, llevábamos hambre y lo que más apetecía era sentarse en la plaza a tomar un vinito y un pincho, aunque este último no pudo ser, nos sentamos en la única terraza con mesa libre, cuya dueña muy borde,  nos dijo que estaba cerrada la cocina (eran las 13,30 🤔🤔 ).
La plaza nos gustó, era una mezcla entre casonas castellanas y otras con balconadas cántabras, dimos una vuelta a la iglesia y salimos por un arco de la muralla hasta un canal. Un poco después estábamos en el Restaurante Valentín dando cuenta de un rico menú del día.
Después de comer nos fuimos al Monasterio de Santa Maria la Real.


Este soberbio edificio estaba en los años cincuenta del siglo pasado en la más completa ruina, fue desamortizado en el siglo XIX y llevaba más de cien años deteriorándose, ya que nadie lo compró en su día. 
Los capiteles fueron desmontados y están en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid.
En ese momento el conocido dibujante "Peridis" fue el promotor de una fundación para recuperar este Monasterio y otros monumentos románicos que estaban al borde de la desaparición por toda la provincia.
La visita merece la pena, termina en la iglesia con un magnífico audiovisual que te permite ver incluso lo que ya no está.
La guía nos explicó la transición del románico al gótico, según relataba la evolución de las técnicas constructivas nos volvieron a la mente "Los pilares de la tierra" del archiconocido Kent Follet que narró todo lo relativo a las cuadrillas de obreros en aquellos tiempos de la Edad Media y como se movían de pueblo en pueblo construyendo los edificios que demandaba la poderosa Iglesia del Medievo.
Si os fijáis el claustro es de una simpleza manifiesta, tres arcos de medio punto con columnas pareadas enmarcado en un arco de ojiva. Pero debe ser esa sencillez lo que hace elegante a la construcción. Es una pena que no estén los capiteles 😪.
Ahora, que los frailes, premostratenses por mas señas😉, desaparecieron hace casi doscientos años de estas galerías son l@s chic@s del pueblo quienes las recorren a diario por ser este edificio la sede del Instituto de Secundaria del pueblo.¡Qué sitio tan especial para estudiar! _dijo Tere_.
Como nos quedaba un trecho para llegar al pueblo e íbamos cargados de víveres, salimos sin más demora hacia nuestra casa, para descansar del viaje y disfrutar de las viandas🧀🍷🍺🥖 (la pata de jamón falta de los emojis☺️).
Para el jueves por la mañana teníamos prevista una ruta, el Bosque Fósil, una reliquia del carbonífero que se formó cuando quedaron sepultados y después petrificados los árboles que estaban en una zona que entonces era marisma. Un geólogo alemán que buscaba carbón descubrió en un corte del terreno unas formas que parecían incrustaciones de estrellas y lineas rectas y que según parece eran las raices y los troncos de los árboles.
A continuación nos subimos a ver el mirador del puerto de Piedrasluengas, tuvimos mucha suerte de que no hubiera niebla, nos dijeron los autóctonos. Las vistas de los Picos de Europa eran imponentes. 
Comimos en el restaurante La Taba de San Salvador de Cantamuda, para ver después la famosa Colegiata.

Uno de los rasgos que caracteriza al Románico Palentino son las espadañas de sus iglesias, suelen tener dos o incluso tres pisos de troneras para las campanas, algunos como este de San Salvador o el del monasterio de Aguilar son majestuosos, pero los hay para todos los gustos en los cientos de iglesias con restos románicos de la provincia.

De esta colegiata yo descataría también su juego de volúmenes😉😅, así como la sencilla sobriedad de su interior y naturalmente las columnillas que sustentan su altar, ¡vaya espectáculo!

Aún quedó tiempo para subir a un pueblecito muy coquetón con un estupendo mirador que había más arriba, "El Campo", 🌲🌳⛰️🏔.


El viernes, día 14, planificamos otra ruta en la naturaleza, en esta ocasión al El Roblón de Estalaya, uno de esos árboles singulares con cientos de años de antiguedad que está en las guías de CyL. Son unos cinco kilometrillos, una parte cuesta arriba, por un estupendo bosque de robles y de hayas, con otras muchas especies vegetales, que estaban ahora en otoño plenas de frutos maduros, escaramujos, majuelos, mostajos, serbales, etc. Espléndido también el colorido que anuncia la otoñada en los bosques caducifolios desde amarillos, ocres a tonos rojizos, en contraste con el verde de los pastos, es un festival de color apetecible de ver en cualquier latitud.


Espero que el roblón nos haya transmitido algo de su fortaleza, que a algunas buena falta nos hace 😉. Marchamos después a comer a casa y por la tarde nos hicimos la ruta de los pantanos, que se hace en coche, y se va parando en varios miradores. Lo malo que los pantanos estaban casi vacios, ¡qué pena! Llegamos hasta Vidrieros, el pueblo desde donde parten los montañeros para subir al Curavacas. Me resultó un pueblo muy evocador, con su río, el Carrión, que pasa por la bajerá del pueblo, con su soto y su ribera, me hicieron pensar lo bueno de este lugar para el veraneo, lo contentos que vendrán a su pueblo, tan fresquito, los adolescentes desde las ciudades vascas o desde Madrid para pasar sus vacaciones.

El siguiente día sábado 15, tocaba otra vez Románico. Tenía reservada una visita al Monasterio de San Andrés de Arroyo, de monjas cistercienses. Es una pasada, la iglesia, sobria, sencilla, que transmite espiritualidad; y no te digo el claustro, los arcos de medio punto con columnas pareadas y capiteles con motivos vegetales, propios del cisterciense, se pretendía con ello, que sus monjes/as no se distrajeran con lo mundano y se centrasen en la conexión con Dios 😉.

Nos marchamos de ahí a otro clásico de la zona, la ermita de Santa Cecilia de Valleespinoso,  encaramada en una roca, con una fantástica portada, allí estuvimos intentando identificar capiteles y canecillos, los había fantásticos, un San Jorje y dragón, unas tres Marías, yo que sé... ¡qué delicia observar ese magnífico trabajo de los canteros medievales!

Pues nos quedaban aún Santa Eufemia de Cozuelos que ahora es una finca privada donde se realizan eventos y de la cual observamos su abside.Y en Moarves de Ojeda la fantástica portada de su Iglesia de San Juan, dicen que un cantero local copió el apostolado de la de Carrión de los Condes, y de una forma más sencilla trasladó aquí aquellas figuras, que junto con los capiteles de sus arquivoltas dan para estarse un buen rato extasiados, identificando personajes y admirando su bella factura.
Como ya a algunos les salían los santos por las orejas y a todos nos sonaban las tripas, nos fuimos a Alar del Rey, donde nos esperaba un lechazo en el Restaurante La Cueva que tardaré tiempo en olvidar. Y como no podía ser menos aquí visitamos el inicio del Canal de Castilla promesa de prosperidad cuando se construyó, y sensación de abandono y de haber vivido tiempos mejores que esta tarde de otoño.

Aún paramos en Perazancas, y vimos la ermita de San Pelayo, sólo por fuera, qué pena, porque dentro conserva restos de pintura románica. El abside es muy interesante, ya que está emparentado con el lombardo de los Pirineos, por sus arquillos ciegos y bandas que fueron propios de los inicios del Románico. Paramos también en el pueblo ya que la Iglesia parroquial  conserva además de un abside románico, una fantástica portada que nos ayudó a interpretar una señora muy amable, parece que los personajes son un despliegue de músicos que debían asistir a una boda, una pareja parecían los novios, además debió actúar en el banquete un grupo de saltimbanquis con oso incluido. A mí me encantó. Señalar también que conserva la puerta de madera original.

Nos quedó tiempo para ir a tomar una cerveza al bar Club social de Polentinos, que siempre nos gusta para ver el ambiente y tomar el pulso al pueblo dende nos alojamos.
El domingo tuvimos que regresar con premura y hubo que dejar para otra el Cañón de la Horadada y Las Tuerces. Así como el valle de Santullán donde tenía pensado otro estupendo recorrido por otras humildes iglesias románicas.
Pues muy recomedable lo visto, comarca para los amantes del arte y la naturaleza. Por si no tenéis plan para el próximo 🌁🌉

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