miércoles, 10 de agosto de 2022

#ESPAÑOLEANDO POR CÁDIZ

Última semana de julio y como casi siempre a pasar calores por ahí, que también te digo, quién me mandará a mí,  con lo fresquito que se está en el pueblo.
Repetíamos Conil de la Frontera y Hotel Pradillo, habíamos estado hace diez años.
Y hace dieciséis en Zahara de los Atunes. De esas otras veces teníamos visto Tánger, Tarifa, Playa Bolonia, Barbate, Arcos y Vejer de la Frontera, e incluso habíamos paseado algún ratito por Cádiz. Así que, bueno, nos podíamos tomar esta visita con tranquilidad.
El caserio de Conil es chulo, recuerda, como todos estos pueblos de frontera, a los del Norte de África, las nuevas edificaciones han respetado la estética de casas blancas y aterrazadas con pocas alturas.
Sería importante, para mantener el encanto y para no sobreexplotar, que estos núcleos no crecieran más y que no se permitiera urbanizar más allá de los cascos. 

Esta vez hicimos algunos días de playa, El Palmar, Conil y Caños de Meca. Las playas de Cádiz son enormes, de kilómetros, y por tanto no dan sensación de agobio aunque haya mucha gente, además el agua está fresquita y hay olas, si eres acuática como yo te lo pasas chachi saltándolas.

El plano gastronómico interesante también, lo más típico, a parte, claro está, del atún, son las fritangas, cazón en adobo, puntillitas, chocos, calamares, ortiguillas... yo las como un par de días y me canso. Lo que prefiero de verdad son los pescados, di buena cuenta de un sargo y una caballa, recien pescados...😋😋😋.
En plan visiteo me apetecía volver a Cádiz, pero había leído que la forma más guay de llegar es en barco, desde El Puerto de Santa María. Decía Javier Reverte (que me encanta por cierto) que las ciudades tienen alma, a mí se me ocurre a veces, que ciertos lugares tienen personalidad propia, y eso creí intuir en el Puerto, con esa magia de las urbes un punto decadentes, de haber sido grandes en otras épocas y que de una manera u otra han venido a menos. De hecho está ciudad, como toda la Bahía de Cádiz tuvo un pasado comercial importante, probablemente antes de trasladar la Casa de Contratación a Cádiz en el siglo XVIII, muchos comerciantes, navegantes y buscavidas de todo género ya se habían trasladado aquí.

Después vinieron a estas costas los ingleses, en cata, nunca mejor dicho de los finos y olorosos que dan estas tierras. Proliferaron por tanto las bodegas, muchas de ellas siguen con su actividad a día de hoy. También muy importantes fueron los astilleros para toda la Bahía. Por todo ello ha sido una zona muy dinámica económicamente hablando, pero tuvo que superar a principios del pasado siglo la pérdida de las colonias de América y más recientemente la reconversión industrial. De nuevo ahora busca su camino esperemos que no se equivoquen en sus apuestas de futuro.

Bueno, a lo que iba, paseamos por el Puerto, Plaza, Iglesia, Alcázar, callejuelas, tomamos un vino en la plaza, el bar era todo lo pintoresco que puedas imaginarte, sería sede de alguna cofradía, llenas las paredes de escenas taurinas y de virgenes y santos procesionando.
Comimos, estupendamente por cierto, en el Restaurante Sol y sombra frente a la Paza de Toros, y nos gustó tanto que volvimos a la hora de la cena. También porque habíamos dejado allí los coches para hacer, como dije antes, el trayecto en barco hasta Cádiz.
El embarcadero está en el muelle del rio Guadalete, que efectivamente, nos suena a todos a batalla, exacto aquella del 711 que dio lugar a la invasión árabe de la Península. Pues desde ahí coges el ferry, que llega a la desembocadura y cruza la bahía hasta Cádiz.
Ese recorrido es el que quiso el más ilustre hijo de Puerto de Santa María, Rafael Alberti, para su último viaje. Había añorado tanto su tierra, o mejor dicho, su mar, que quiso que sus cenizas se arrojasen en aquel trayecto. Yo pretendía hacerle un homenaje eligiendo este mismo recorrido para llegar a "la tacita de plata".

Ciudad, según dicen, la más antigua de España, tiene Cádiz mucho encanto y mucha historia. Me hubiese gustado comenzar mi visita con el Museo Provincial, para ver los sepulcros fenicios, que recordaba desde sexto de primaria, pero mis acompañantes no son de museos así que hay que adaptarse 🤷‍♀️. Sí que pasamos por la Plaza Mayor con sus palmeras y su Ayuntamiento de fachada neoclásica. 

Llegamos a la plazuela de la Catedral, que bueno... por fuera le da un aire chulo al entorno, pero por dentro como dice, creo que Eslava Galán, el neoclásico, es como si tiraras un café con la misma cápsula por tercera vez, y a mí al menos me resultó sosamplona. Al exterior llama la atención que está construida con dos tipos de piedra distintos y es más oscura hasta la mitad y más clara de ahí hacia arriba, una caliza más clarita y compacta y otra más oscura y arenosa a la que llaman osteonera, de fondos marinos próximos.  Tiene, esta última,  restos como conchas y se deshace fácilmente, esa debe ser la razón por la que al pasar dentro y mirar hacia arriba encuentras una red, que supuse para que las areniscas no te caigan en la jeta.

Desde la catedral, hay que caminar por la calle de la Compañía (llamada así porque en la esquina está la iglesia de los jesuitas), una zona llena de tiendas y muy transitada. Unos diez minutos más allá, después de atravesar calles con esas fachadas tan características, de ventanales, enrejados, balcones y galerías, típicos del sur y que tanto recuerdan también a la Habana (Ojalá tuvieran las construcciones de tan ilustre ciudad la suerte de mantenerse en pie en lo venidero), pues como decía, llegas a la Playa de la Caleta, delimitada por dos fuertes y con los ficus centenarios y el balneario tan característicos. 

Es una delicia asomarte al mirador y ver a las señoras pasando el rato, con su equipo de playa y jugando al bingo.
La gente del sur es muy amable, preguntamos para volver al embarcadero y nos recomendaron el bus. Recorrimos la ciudad por el exterior, siguiendo el malecón y viendo caer la tarde. Pasamos por los restos del teatro romano, que por lo visto se conserva muy bien, con secciones de galerías y vomitorios, pero que no puede seguirse excavando al estar bajo varios edificios de viviendas.
Volvimos ya anocheciendo al Puerto después de un día lleno de experiencias de todo tipo.

En días sucesivos hicimos la visita preceptiva también a las dos puntas que delimitan Conil, el Cabo Roche y la Punta de Trafalgar. 

A la primera a ver la maravillosa puesta de sol, para sumar otra más a mis momentos "sunset" 😉🤩 ¡espectacular! Como siempre, para alguién de tierra adentro ver trasponer al rojo astro tras el mar, dejando esa estela de tonalidades de luz cambiante sobre el agua es ...🤩🤩 indescriptible!!

En la punta de Trafalgar, que está hacia el sur, pasando la playa del Palmar, subí al faro, sola, tras atravesar un arenal con la calorina, pero como le dije a mi hija tenía que sentir el fragor de la batalla. Que yo "pa' ésto de la Historia soy una romántica". Ya habíamos hablado de la famosa batalla en Cádiz, a propósito de una placa conmemorativa de la muerte del  almirante Gravina, ocurrida a causa de las heridas sufridas en aquel histórico encuentro. Actualmente es más conocida Tafalgar Square de Londres que el cabo originario, donde los ingleses dieron un agua, y nunca mejor dicho, a la armada franco-española y ese es el motivo por el cual allá se ha ensalzado la citada batalla y aquí se ha obviado. Tan sólo una placa conmemorativa del doscientos aniversario recuerda tan fatídico encuentro, con una preciosa frase de Galdós que no pude fotografiar ya que no llevaba el móvil y que ahora no encuentro por las redes para reproducir.

                             Foto tomada de Pinterest

Los viajes despiertan en mí la curiosidad desde siempre. Me llama la atención que aunque vayamos a los mismos sitios cada miembro de la expedición vea y sienta cosas tan diferentes.
Este que he relatado, más o menos ha sido el mío. Me he traído deberes, varias relecturas, para completar el itinerario. ¿Cómo no?  Trafalgar de Don Benito Pérez Galdós, un episodio nacional que debí leer en mis tiempos de bachillera y que recuerdo que me gustó. También tengo que leer a Alberti, algo de su Arboleda perdida o de Marinero en tierra
Y por supuesto, aunque como siempre he dicho, yo no soy muy de relecturas, una de las novelas contemporaneas que más me ha gustado, los aires difíciles de Almudena Grandes, ambientada en estas playas y en estos vientos. Y sirva ya el momento para reivindicar su figura : "Querida Almudena, te está pasando lo que a tu admirado Don Benito, que por ser progresista se quedó sin el reconocimiento que merecía, pero el tiempo acabará dandote la razón como a él".

Y ya para terminar, recordar también como logra despertarte la emoción el cante y baile flamenco. Fuimos, y también lo recomiendo, a cenar y ver el espectáculo de La Peña flamenca de Conil, actuaban el cantaor Diego de Gloria con Messi a la guitarra y una jovencísima bailaora, cuyo "alias" no recuerdo nos hicieron pasar un rato fantástico disfrutando de su arte.
Y creo que eso es todo, me ha salido un post demasiado largo, así que paro ya. ¡Hasta pronto, Cádiz! 




No hay comentarios:

Publicar un comentario