domingo, 30 de enero de 2022

LA LUZ DORADA DEL INVIERNO


No sé cual es la razón, pero estos días de invierno me están abordando, en cuanto me quedo sola, muchos recuerdos de mi infancia y de mis primeros años de adolescencia. Es quizá porque después de tanto tiempo he vuelto a pasar un invierno, o gran parte de él, en el pueblo, o también puede ser simplemente que me estoy haciendo vieja, siempre hemos oído que a las personas mayores les vuelven, de una forma nítida los recuerdos de la infancia.
En mi caso, no sé por qué razón la luz dorada del invierno me resulta tremendamente evocadora. Los días van creciendo ya, por San Sebastian una hora más, pero son aún cortos. Sale el sol muy bajo, por aquí por la Covacha, y tras un corto recorrido, se pone un poco más allá de Risco Moreno. Y es un poco antes del ocaso cuando se enciende con una luz preciosa, dorada,  el caserío de Navacepeda.

En ese momento me vienen a la memoria momentos vividos mucho tiempo atras y envueltos en esa misma luz.
Recuerdo por ejemplo una tarde de febrero, que por qué sé que era febrero, pues porque era lunes o martes de carnaval, yo tenía 11 años y estaba en sexto. Y que por qué sé que estaba en ese curso, pues porque estaba estudiando la lección de sociales del día siguiente, y estaba con el libro sentada en el poyo, en el corral, vaya sitio, ¿no?, pues sí recuerdo que estudiaba en los lugares mas dispares, en el balcón, en la escalera, y es que entonces las habitaciones eran para dormir y estaban frias porque no había calefacción, la vida se hacía en la cocina, pero ahí estábamos todos, mi madre, siempre haciendo algo, cocinando, o punto, o quitando las plumas a una perdiz, por ejemplo,  mis abuelos, él viendo la tele y ella haciendo ganchillo, mis hermanos, que eran muy pequeños, dando guerra. Así que yo que me tenía que aprender sociales, naturales, lengua y algún verbo de francés, porque a mates ya me había quedado a clases particulares, tenía que buscar un lugar tranquilo lejos de la cocina, pues o me sabía la lección o al día siguiente me caían las 10 copias de rigor, además de cierta vergüencilla por no estar a la altura 😉.
La cuestión es que recuerdo la tarde, con esta misma luz, los transportes aereos que me estaba estudiando y las prisas porque iban a venir a buscarme las amigas y tenía que haber acabado de estudiar. Aunque daba igual, me iba a ir con ellas seguro, a buscar a los quintos, que por más señas eran los del 75. 
Curiosamente me acuerdo de que llegaron  mis amigas, sus madres les habían dejado sacar de los baules los pañuelos de ramo, lo más seguro es que la mía me mandara con viento fresco, que tenía mucho que hacer para andar con esos cuentos. 
Quizás debimos irnos a pasar frio carretera arriba y abajo, eso ya no lo recuerdo bien, pero tan felices.
Hoy ya sólo queda en casa mi padre, que entonces no paraba por casa, y entra por la ventana esa misma luz dorada, y yo siento un aguijonazo de nostalgia por la juventud perdida y por mi madre, que ya no está 🥰🥰.


Las fotos seguro que no las hice yo. Gracias por el préstamo 😉 ojalá esa nieve este invierno. 

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