domingo, 26 de diciembre de 2021

DE PUENTE POR SEVILLA Y MÁLAGA


 

Tiene España dos cosas interesantes a tope, puentes, como el de Alcántara, Talavera, el Pilar o la Constitución 😉, y ciudades preciosas con un patrimonio extraordinario. Si conjugamos ambos factores podemos realizar interesantes viajes con familia o amigos.
Acabo de volver de uno de ellos. Antes lo retenía todo en mi cabeza, pero ahora ya se me van olvidando detalles, y como me gusta escribir, prefiero dejarlo en forma de entrada de mi blog para luego compartirlo.
En esta ocasión he viajado a Sevilla y Málaga, del 3 al 8 de diciembre, con mis #AmigasEstupendas, con las que no salía desde estas mismas fechas, hace dos años. El Covid ha hecho además que Merce no pudiera viajar con nosotras y debo decir que la hemos echado mucho de menos.
Primer día, viernes tres de diciembre
Salimos muy temprano, en el AVE, y en poco más de dos horas estábamos en Sevilla, dejamos las maletas en el hotel Casa Imperial, una antigua mansión con patios porticados y mucho encanto en pleno casco histórico. Lo primero, salimos a desayunar para cargar baterías, ¡qué hambre! después del madrugón.
El primer contacto con la ciudad nos enfrentó a uno de esos planos complicados, con callejones estrechos y tortuosos sin organización alguna, totalmente irregulares, heredados de la Isibila musulmana.
Llegar a la plaza de la Virgen de los Reyes y encontrarte con la Giralda, qué momentazo, yo no pisaba Sevilla desde que cumplí 20 años, no la recordaba tan bonita, el alminar almohade, con esos paños de sebka, la enseña de la ciudad, monumentazo 🤩.
La idea era pasear por el Barrio de Santa Cruz, y entablamos conversación con un jubilado, muy majo que nos hizo de Cicerone.
La pena es que fuimos a toda velocidad, pero vimos rincones maravillosos, placitas llenas de encanto, con sus cruces y sus naranjos, los callejones por los que buscaba sus conquistas Don Juan Tenorio, personaje de ficción y por donde pasearon otros ilustres como Wasington Irving.
Recorrimos, como si estuvíeramos en el cancionero, El Barrio de Santa Cruz, la Plaza de Doña Elvira, el rincón donde la Carmen de la famosa ópera se encontraba con su amante. La plaza, antes iglesia, donde se enterró a Murillo, la Iglesia de la Blanca, con profusión de yesería barroca, que antes de la persecución o progromo de 1391 había sido sinagoga y quizás antes fuera mezquita. ¡cuántas cosas, cuánta historia!


Después de tan maravilloso paseo, descansamos un poquito, tomamos un vinillo, nos atendió un camarero con serias carencias en lo que a conocimientos de Geografía se refiere (a propósito de la difícil elección entre Cruzcampo/Estrella Galicia), tras lo que nos fuimos a buscar condumio, nos decidimos por Donaire Azabache, muy buenas la albóndigas de choco, el vino Godella y los postres...😋.
Teníamos para esa tarde una visita al Archivo de Indias y una ruta por la Sevilla Comercial, 
Cristina nos mostró primero el edificio histórico y la exposición temporal, a continuación paseó con nosotras hasta el río, recorriendo restos de puertas y de la muralla almohade, antiguo barrio del Arenal,  Atarazanas, Hospital de la Caridad, acabando junto a la Torre del Oro en ese momento mágico del ocaso invernal, y nos despedimos de ella junto al Guadalquivir y mirando anochecer en Triana. Muy recomendable la visita. Como observación creemos que sería interesante exponer, aunque fueran copias, documentos antiguos del Archivo para curiosear por aquella Sevilla cosmopolita del XVI.
Día largo ya que salimos a cenar y a tomar una copita en un clásico, El sopa de ganso, y por supuesto a echarnos unas risas, que era otro de los objetivos del viaje.
Segundo día, sábado 4 de diciembre.
Desayunamos en el hotel y salimos a por un día que sería largo, teníamos de nuevo visita guiada, en esta ocasión con  Experiencias a Pie,  nos estaba esperando Raúl, nos encantó que viniera con nosotras únicamente y no con uno de esos grupos grandes como el que nos colocaron en Málaga. Reales Alcáceres con jardines, Catedral y Giralda, programa apretado para una sola mañana, el Alcázar es una maravilla de tal magnitud que te apabulla. Sus patios y estancias mudéjares son similares a los de la Alhambra, lo mandó construir don Pedro I, llamado El cruel, como residencia-palacio para su amante María de Padilla, grande fue la historia de amor de ambos, anda qué si fueran ingleses no haría tiempo que estaban en el Netflix, tan grande como decía fue su amor por ella que la hizo reina después de muerta, afirmando que ese fue su primer matrimonio y por tanto el único válido y permitiendo así que fuera enterrada con él en la catedral.

Aquí posando en los baños de María Padilla, lugar pleno de embrujo 😊
La catedral de Sevilla dicen que es el tercer templo más grande de la cristiandad, está llena de obras de arte, no sabes a donde mirar, su arquitectura, con esos juegos de luces, el altar mayor, y a mí personalmente me encantó verla por fuera, desde el patio de los naranjos y junto a la Giralda, flipaaaante!

 Mientras las más en forma del grupo subieron al campanario, las demás asimilamos tanta belleza junto a una cervecita y un pinchito.
Ese día estábamos tranquilas, habíamos reservado comida en Casa Joaquín Márquez, que nos habían recomendado y no defraudó, especialmente bueno su salmorejo, y sus postres.
Como son tan cortitas las tardes de invierno hubo que espabilar hacia el Parque de María Luisa, y tuvimos la suerte de llegar a la Plaza de España justo a la hora dorada del atardecer, no digo más:

Cuando anochecía caminamos hasta el río, y ahí dividimos el grupo, algunas se marcharon a ver si había cosas estupendas para comprar y otras a por peloti y relax en una terracita, aprovechando el benigno del clima del sur.
Tercer día, 5 de diciembre.
Para este último día en Sevilla queríamos ver un palacio, no sabíamos si Dueñas, Condesa de Lebrija, pero finalmente nos decantamos por Casa de Pilatos y salimos encantadas del paseo por las estancias de esta casa-palacio de los Medinaceli, patios, salas con yeserías a lo mudejar, azulejeria, artesonados, como todo en Sevilla, un placer para los sentidos.


Después de un último paseo hasta el barrio de Santa Cruz, nos fuimos a comer a Triana, nos pedimos una paellita que nos supo a gloria en el  Mercado de Triana , dimos un paseito por el barrio y tomamos café contemplando el Guadalquivir, disfrutando de nuestra última tarde en Sevilla, que en breve cogíamos el tren para nuestro próximo destino la tan de moda ciudad de Málaga.
Cuarto día, 6 de diciembre
Nos alojamos en un hotel muy cómodo y muy bien situado Eurostars Astoria, en el barrio del Soho, a diez minutos andando del AVE y a poco más de la calle Larios.
Para este primer día una visita guiada a pie por el centro histórico, muy bien, salvo que el grupo era muy numeroso para mi gusto. Recorrimos desde la puerta al Alcazar, el Teatro Romano, placita de la Casa Natal de Picasso, Homenaje a Torrijos, callejuelas del centro, puerta del Musseo Picasso, Catedral, Restaurante Chinitas, plaza del Ayuntamiento, calle Larios, etc.



Comimos a continuación en un buen restaurante del que no me vienen sino las tres botellas de Valdubón que nos metimos entre pecho y espalda junto con las tortitas, calamares, etc. de rigor...
La tarde, muy corta en esta época del año, la aprovechamos para caminar hasta la Malgueta y ver una puesta de sol  junto al mar, cosa que los de tierra adentro vemos en contadas ocasiones y valoramos especialmente.
Volvimos dando un paseo por los muelles,  y cenamos en La fábrica, una ensaladita con una paulaner🍻. El barrio del Soho es muy animado con muchos bares y restaurantes, también el teatro que inauguró el malagueño A. Banderas, con el que parece que están muy contentos sus paisanos por hacer que la ciudad se haya modernizado y además por ponerla en el mapa internacional.
Quinto día, 7 de diciembre.
Hay tanto que ver en Málaga, que hay que decidirse por alguna opción y descartar otras, aparte de sus monumentos hay una buena cantidad de museos y centros de arte de mucho interés.
Comenzamos por La Alcazaba, fortaleza árabe muy bien conservada, atesora entre sus muros y puertas restos de la antigua ciudad romana, llaman especialmente la atención columnas y capiteles reaprovechados.
Tomamos la cervecita y comimos junto a la entrada de la fortaleza, había tanta gente que sin reserva no se podía andar eligiendo mucho, pero bien, ya que además teníamos para primera hora de la tarde uno de los platos fuertes de nuestra visita a la ciudad, El Museo Picasso. Había leído muchos comentarios sobre él por intentar hacerme una idea, daba la impresión de que podía ser una colección menor, con no demasiados fondos y cuadros poco conocidos. Nada más lejos de la realidad, me encantó y creo que también a mi equipo.
Los fondos, procedentes de familiares, creo que nietos del pintor, están organizados un tanto cronológicamente en función de las mujeres, de la familia primero, y amantes y musas después, que formaron parte de la vida del pintor. Con ellas se van sucediendo estilos, figurativo, cubismo analítico y sintético, surrealismo, clasicismo... así como grabado, escultura, cerámica. Todo lo cual permite empezar a asimilar o profundizar, según los casos, en la obra del genio, también en su personalidad, con luces y sombras como la de tantos artistas excepcionales. Por todo lo anterior decir que en mi opinión es un imprescindible en un finde en Málaga. 

Nos quedaban dos clásicos de la ciudad para la tarde/noche, el peloti en el El Pimpi de A. Banderas y la cena en el Restaurante Chinitas, taberna típica andaluza que frecuentan ilustres malagueños y visitantes.
Sexto día, 8 de diciembre.
El día de la vuelta teníamos el AVE por la tarde con lo cual aún podíamos aprovechar la mañana, volvimos andando por el Parque de Málaga hasta el Muelle Uno para visitar el Centro Pompidú, ya sólo el edificio, al que llaman el cubo, merece la pena, es todo un símbolo de la cultura contemporánea:
La exposición semipermanente De Miró a Barceló. Un siglo de arte español interesantísima, nos pareció muy buena, arranca en los años 1920, con el cubismo de Juan Gris y Picasso, a continuación la década de 1930 y el surrealismo con Dalí, la pintura matérica de Tapies, la escuela de París tras la Guerra Civil, la generación de posguerra con Eduardo Arroyo para terminar en el momento actual con Miquel Barceló y diversas propuestas de artistas contemporaneos.
Salimos por la tienda para cargar con libretas e imanes que nos recordasen después semejante inmersión en el mundo del arte contemporáneo.
Para despedirnos de Málaga comimos de nuevo en el Soho, en el Cayetana Restaurante, un delicioso arroz meloso.

Recoger maletas y para el AVE, y a digerir todo lo visto y vivido, que como dice no recuerdo qué escritor famoso, un viaje no termina hasta después cuando ordenas fotos, maduras todas las vivencias y como es mi caso lo dejas por escrito en este humilde blog, sin más pretensión que sujetar los recuerdos.
Gracias compañeras, otro imán en nuestra nevera, otro pedazo de viaje a nuestro album particular.😘


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