viernes, 30 de abril de 2021

#NUESTROS MAYORES



ACTUALIDAD: NUESTROS MAYORES. (Ésta fue mi participación en el concurso de microrrelatos, la comparto ya que a algunos les traerá bonitos recuerdos).
Podría hacer aquí un texto sobre nuestros mayores de lo más sentimental y triste, porque la vejez es triste, o eso parece, que si vivieron una guerra, que si los años del hambre, que si luego han tenído que emigrar, y por supuesto que han trabajado muchísimo y ahora al final de sus vidas... la covid.
Pero yo preferiría transmitir otro tipo de mensaje. Tú hablas con un viejete, que yo lo hago con frecuencia, y la mayoría están bien contentos, y cuál será la razón o las razones.
Pues por mucha guerra o hambre que pasaran en su niñez, el paraiso de la infancia es igual para casi todo el mundo, siempre hay excepciones, pero lo que ellos más recuerdan son las veladas al amor de la lumbre, escuchando al viento soplar fuerte y anunciando un nevazo, mientras dentro se escuchaba la radio, se jugaba a la baraja o los abuelos contaban sus batallitas, y nunca mejor dicho, que sus abuelos bien pudieron estar en Cuba, Filipinas, África o cualquiera de esas guerras infames que les hacían librar; se oían también , mientras se echaba otra raja a la lumbre, las leyendas de moros, tesoros, sirenas, túneles, osos o vaya usted a saber qué , que ya se están perdiendo.
En los días de su niñez, aparte de echar el agua o coger patatas, pues también jugaron mucho, a pídola, a la pelota, a la comba, a rodar el aro, con los vecinos del barrio a la dola, o al escondite, en buhardas y pajares, ¡qué diversión!
Después llegó la adolescencia y juventud, y anda que no eran ellos nadie, con su vestido nuevo estampado, las chicas, el día de San Juan, que se lo hizo tía Teodosia con un corte propio de artistas, y ellos con su camisa limpia y su traje de los días de fiesta a soplarse un poquito y a sacar a bailar a las mozas al son de las dulzainas, que ya estaba por ahí tío Marcelo toca que te toca en la plaza, aquellos cantares tan bonitos de antes y no éstos de ahora que no hay quien los entienda.
Y que me decís de la función de Collao, menudos recuerdos les trae, las pandas de mozas y mozos, dehesa arriba, que igual el novio o novia que no había caído en sus redes en verano, caía ahora  para rematar la faena y traer un otoño-invierno de cortejo.
A finales de los cincuenta y hasta el 73 muchos se fueron a Madrid, que dejaban poco que perder y les esperaba mucho por ganar. Y bien que acertaron que con sus pisos nuevos, con sus teles y neveras y hasta sofás, cualquiera se acordaba de los incómodos escaños de los pueblos y de sus casas sin agua corriente. Y qué me decís de sus vacaciones, ellas con bañador y pamela con sus niños a la Puente y ellos a echar la partida y si me apuras con su café, copa y puro.
Acertaron también los que se quedaron, que a ellos les gustó más la libertad de vivir de lo suyo, que el ganado es esclavo, pero si te gusta, te gusta. Y esas matanzas de tres días que se hacían aquí, con desafumorio incluido y aquellas ristras de chorizos, bútagos y morcillas que colgaban en la cocina.
Superdivertido San Sebastián, con su roscón,  comilona en casa de los mayordomos y cuando aún estábamos casi de resaca, los carnavales, quintos por las calles cenando donde tía Aurora, durmiendo en pajares y maltratando su cuerpo antes de talla y sorteo.
Unos y otros, de aquí y de allá, se escribían sus cartas o se ponían conferencias donde tía Ludi y lo que es mejor se enviaban cajas con patatas, manzanas, unas tiras y chacina con el Ordinario.
Luego sus muchachos, que bailaron con la máquina de discos del Puchero, que ya no les molaba la pianola, y que si quisieron estudiaron y los que no,  bien tenían donde ganarse el jornal. Ah, ¿ y sus coches? Sincas mil, ochos y medio, Renault 8 y el no va más un 1430, si éso no es prosperar...
Y cuando ha llegado la jubilación, pues ni tan mal, como dicen ahora, con los viajes del IMSERSO, que si me voy a Benidorm, que menuda marcha, que si a las Islas, que si a Galicia a comer marisco.
Y nunca se puede faltar a la cita de San Juan de Agosto, compartir fiesta con familia y amigos.
Y ahora, ya mayores, para terminar, otra vez al amor de la lumbre, rodeados de hijos y nietos. Pues bueno, ha sido, es una buena vida que éso es lo que en realidad piensan y la vacuna y pa'alante.

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