martes, 2 de marzo de 2021

VIAJES: FINDE EN TOULOUSE

 Si vives en Madrid, estás justo en el centro de operaciones para pasar un fin de semana en cualquier ciudad bonita de Europa, y eso hice con mis amigas las ticher (las llamo así, como suena, con un poco de coña porque dábamos clase en un instituto bilingüe).
Viajar con ellas es una gozada porque saben mucho y no tengo mas que dejarme sorprender.
Llegamos a esta fantástica ciudad del sur de Francia un sábado de marzo por la mañana muy temprano, y tras dejar las cosas en el hotel  desayunamos en la plaza del Capitolio unos cruasanes de los de verdad, de los de la France.

Una vez repuestas fuerzas comenzamos a caminar por la ciudad rosa, llamada así por el tono rosáceo de sus ladrillos, y claro,  viajando con las ticher parando en cada esquina a hacer fotos, ya que se traen cada detalle en sus móviles vayamos donde vayamos.
Lo primero Rue du Taur y Santa María, en dirección a San Sernin . Este obispo, mártir, se dice que murió atado a un toro que corrió por toda la ciudad. La nombrada calle está llena de locales pequeños, muy coquetones, cafeterías, librerías, alguna iglesia, etc. Eso sí todos los edificios son de ladrillo con esa tonalidad tan característica.

Allí al fondo San Sernin , nuestro primer objetivo. Cuando has estudiado Historia del Arte sientes una emoción indescriptible cuando te ves frente a un monumento que estaba en tu libro de texto y que por tanto conoces desde hace ya casi cuarenta años.  San Sernin, una obra maestra del Románico, tiene una torre hexagonal tan característica que nunca se olvida, y allí estábamos flipando y sin saber donde detener la mirada.

Ese es el  juego de volúmenes propio del Románico y que Sonso no quería que nos pasase desapercibido 😁


Paseamos por su interior, bajo su bóveda de medio cañón y cúpula sobre pechinas. ¡Ay no! ¡que son  trompas!,☺ propias de este estilo arquitectónico.


Los relieves, con la abstracción propia del románico como este pantocrátor, también de libro, le encantaron a Luisa 😜


Para contrastar nos fuimos a los Jacobinoscon unos excelentes vitrales y cubiertas góticas.


Ya medio desfallecidas comimos cerca del Garona y descansamos un rato junto al río. El día anuciaba ya la primavera y los tolosanos se habían echado a la calle; la foto que guardo de ese momento me recuerda a la tarde de domingo de Seurat.

Pasamos un rato disfrutando del ambiente y de la mutua compañía. Recuerdo que Laurita, que es francesa, presumía, no sin razón de los caudales de los ríos de Francia. Aquí debajo posando junto al Pont Neuf.

Ya avanzaba la tarde cuando seguimos caminando junto a Notre Dame Daurade y
la escuela de Bellas Artes y  al pasar junto a una marquesina Art Nouveau, dejamos el puente a la espalda y enfilamos por la Rue de Metz hasta La catedral de Saint Etienne.

Se nos hizo casi de noche caminando por el canal de Midi en dirección al hotel, por allí debimos cenar e irnos a dormir porque nos quedaban muchas cosas para el domingo.

El segundo día lo empezamos por el Mercado Victor Hugo que es colorista a no poder más y donde todo te entraba por los ojos.


 De ahí nos marchamos a visitar el Capitolio que además de Ayuntamiento es un auténtico museo repleto de obras de arte.



Pero lo que estaba por llegar fue de lo mejorcito del viaje:


El museo de los Agustinos , me encantó en su conjunto, pero recuerdo especialmente la sala de escultura gótica, el claustro con las gárgolas y una exposición de capiteles románicos colocados sobre columnas de colores y con unos farolillos colgando del techo... vamos que es para verlo, no basta con contarlo.


Estuvimos varias horas disfrutando de este maravilloso museo, que me dejó un recuerdo imborrable y varias fotos instagram.
Nos quedaba por ver la Fundación Bemberg
Y Ahí tuvimos momento crisis, Sonso quería verla del tirón, ella tiene mucho aguante y parar y comer le sienta mal, pero fui yo la que me llevé el gato al agua, que ya estaba cansadísima ( en mi argot particular, ya negaba) y además necesitaba carburante para seguir pateando.
Comimos un poullet o canard, o algo así, en una terraza en una pequeña plaza de esas con mucho encanto,  y ocurrió lo esperado yo me recuperé y a Sonso la comida le sentó como un tiro. Finalmente acabamos entrando a la fundación:


Resultó que también es una galería interesantísima. Hay mucha pintura, desde el Renacimiento hasta el siglo XX, de muy buena calidad. Aquí Luisa nos descubrió (o al menos a mí) la originalidad de Cranach. Había muchísimo que ver, es una pena que te tengas que pegar un atracón  en dos días, sería ideal poder disfrutarlo con calma.
En lo que restaba de tarde, había que cruzar el puente y disfrutar del atardecer desde la otra orilla del Garona. Con un último esfuerzo llegamos al Centro de arte de les Abattoirs


Eran unos antiguos almacenes convertidos en  espacio cultural,  pero ya no nos quedaban fuerzas para entrar.

Volvimos a cruzar el río, esta vez por le pont des catalans, y regresamos hacia el hotel. Aún dio la noche para repasar acontecimientos viendo iluminada al fondo la torre de San Sernin y tomando un vinito.
Una pena lo que no pudimos ver, la ciudad del espacio, el jardín japonés, y también que hubiera que ver museos tan interesantes a matacaballo.
Regresamos  el lunes por la mañana, agotadas pero felices por ese finde de arte y amistad que habíamos compartido y por supuesto con un amplísimo reportaje fotográfico.



No hay comentarios:

Publicar un comentario